Toda la felicidad y la eternidad por malditos sesenta minutos, que lo dejaban agotado, deshecho… y vacío, porque esa inmensidad que para él era todo lo que necesitaba, para su compañero no era mas que sexo, brutal, desesperado, entregado, pero al fin y al cabo sólo un encuentro carnal sin mayor significado.
Las embestidas se sintieron erróneas
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